jueves, 9 de octubre de 2008

Tu recuerdo, un ligero viento en el pelo

Suena el tic tac ensordecedor e inoportuno, despertando cada alma de las aledañas habitaciones solitarias.

No quería dejar de soñar, sin embargo, el apabullante clima me obligaba a entrar en aquel estado meditabundo y somnoliento; aquel estado perfecto que me hacía creer que seguías aqui, cuando ya te habías marchado.

Era temprano para levantarse, pero como nos pasa a menudo, ya era tarde para sueños, ya era tarde para ti.

Se nos hizo una rutina tan sublime ;


Cada fin de semana tu empacas maletas dejando con cierta tristeza aquella tierra, la tierra de los sueños, emprendiendo una travesía hasta esta habitación.
Cada fin de semana yo alistaba mis penas dejando con gran alegria aquellas tristezas que me embargaban sin ti, aquellos sentimientos funebres que con tu llegada no eran más que felicidad, apenas podía creer todo lo que este cuento de hadas ha durado, apenas puedo creer que ayer noche estuviste tan cerca, y hoy tan lejos.

Decidí cerrar los ojos, pensando que estaba sumergido en un sueño, un sueño que quizás se había vuelto pesadilla, y por inercia absurda, pensé que al abrirlos se esfumaría tanto horror y seguiría a mi lado. Y era cierto, Casi tenía razón; no estabas aqui, no era un sueño, era mucho peor, era una vida hecha pesadilla.

Suena la tirada de puerda cruel y abrumadora, despertando cada alma de las aledañas habitaciones solitarias.Una señal clave de tu partida, una partida llena de desesperación e incertidumbre, una incertidumbre de no saber si volverás.

Pasé algunos minutos más tratando de dormir, no sé con exactitud si era para soñar despierto o para asimilar los sonidos que anunciaban el adios.

Alisté el desayuno, mientras observaba los boletos de avión, la hora de despegue. Me dispuse a escribir lo de siempre; la dulce noche que terminó en amargo tormento, la cruel despedida que antes fue copada de besos llenos de amor, cada vacio que dejaba el tiempo solitario que horas antes tu llenabas con aquella sonrisa que alumbraba cada rincón de la habitación.

No sabía bien que hacer, daba vueltas entre mi desorden interno, que era reflejado claramente en el desorden de la habitación, aquel desorden que dejaba tu partida. Un ligero viento que me dió de lleno en la cara me cegó completamente, en ese leve instante no pude ver más que tu sonrisa, nuevamente alumbrando cada rincón, alumbrando la sombra que cargaba por no saber que hacer cada vez que te marchabas. Los boletos de avión aparecieron en la mesa, y como por inercia absurda, fue lo primero que logré apreciar de la habitación, después de aquel viento, que parecía mágico.

Pensé que ya se estaba haciendo costumbre, que ese viento siempre me rescatase del adios definitivo. Pensé que esta vez tendría el valor para subirme al avión, ir detrás de ti sin dudarlo como siempre, dejando lo poco que tenía, lo poco que con tu llegada se convertía en lo único que necesitaba.

¿Y qué podía perder esta vez? . Ciertamente, ya estaba cansado de ser un alma esperando todo de ti, entregando lo poco que tenía, esperando que alguna vez, como por cosas del destino, te quedarás para siempre en esta habitación que sin ti no era más que oscuridad. Pero yo lo sé mejor que tu, era injusto pedirte que te quedes.
¿ Porqué deberías ser tu quien alumbre mis días, y no ser yo quién valla tras tu luz? Inconcientemente, siempre supe lo injusto que era, la cobardía que me acompañaba, el temor de caer si me atrevía.

Esta vez seré yo quien valla tras ella, me decía con emoción y convicción.

No hice maletas, todo lo que necesitaba se encontraba en ese avión, solo cargué con una foto donde sonreías, sabía que si pensaba en desistir aquella foto me haría en un instante convencerme de tan trillada, y a la vez, perfecta decición.

Cogí el sobre cerrado en el cual m dijsite que se encontraban los boletos de avión, decidido a esta vez viajar a tu lado e irnos para siempre de esta ciudad que no nos dejaba sonreir. Me apresuré pues sabía el avión no sería lo paciente que fuiste tu al esperar tanto, en vano, según dijiste está mañana

Baje las escaleras con desesperación y rapides, inmerso en la confución y la emoción, despertando cada alma de las aledañas habitaciones, que esta vez parecían despedirme y parecían ya no estar tan solitarias.

El primer taxi se negó a llevarme, era el único de la calle, desesperado comenzé a correr; pensando que quizás encontraría uno a la vuelta de la esquina.

Por la desesperación, cai abruptamente en el suelo, el sobre se despegó de mis manos al momento de la caida. Cuando estaba en el suelo pensé en desistir, sin embargo, decidí abrir el sobre, pensando que quizás los boletos de avión me harían recapacitar.

Esta vez no había boletos, como antaño, cada fin de semana que venías a convencerme de irnos juntos a aquella ciudad, que describias de forma tan maravillosa, estaba acostumbrado a ver los boletos con ironía y tristesa, sabiendo que no haría, lo que hoy me atrevía a hacer.

En el sobre sólo había una carta que leí en voz alta.

" Seguramente esta vez no podrás ver los boletos con tristeza e ironía, seguramente piensas que el próximo fin de semana volveré a la habitación a tratar de convencerte, seguramente te haz acostumbrado a tenerme siempre sin hacer mayor sacrificio que amarme. ¿Pero sabes?, eso no basta, al principio me mantenía aferrada todo el amor que me tenías, pero después de tan maravillosa noche, quizás la mejor de todas. Pensé y Pensé mucho. Nunca fue justo, nunca pensaste en mi, quizás nunca me amaste como pensé y nunca me amaste como piensas.
Seguramente, piensas que es una locura de momento, y que el próximo fin de semana nos veremos, seguramente sigues en la habitación contando los días para verme. No sé con exactitud cuantas veces te pedí que vinieras conmigo, no sé cuanto tiempo lo intenté. ¿ Pero tu qué intentaste? . Hoy me marcho para no volver más, y lo que más me duele es dejarte a ti, y tener que llevarme conmigo el amor, me duele haberlo dado todo por alguien que no lo dió, me duele que me digas que digas lo mucho que me quieres, y luego ver lo poco que hiciste por demostrarlo. Sé que nunca te hubieras decidido a emprender conmigo el viaje que más de mil veces hice sola, tan sólo por verte. Sé que hoy tampoco será la exepción. En este preciso instante debo de estar abordando el avión, un avión que solo marca fecha de despegue, un avióm que como yo, vuela para no volver más. No te pido que me entiendas, ni que comprendas, tan sólo te pido que reflexiones, si yo hubiera hecho el mismo viaje por ti, el mismo viaje que hice más de mil veces. Adios.

Un ligero viento que me dió de lleno en la cara me cegó completamente, en ese leve instante no pude ver más que tu rostro sollozar, subiendo al avión con aquel gesto que significaba un adios definitivo. Como pasa a menudo, era muy tarde para explicaciones, muy tarde para decisiones, muy tarde para reflexionar, muy tarde para este amor, que como aquel avión se va.

Suena el tic tac ensordecedor e inoportuno, despertando cada alma de las aledañas habitaciones solitarias.

Hoy más que nunca te siento cerca, No sé cuanto tiempo ha pasado desde aquel día.

Dios, te extraño tanto, cada fin de semana he seguido esperando en aquel aeropuerto, con tu foto en una mano, tu carta en la otra, y tu recuerdo en el corazón, sin embargo, tu no volviste más.